LA COMODIDAD DEL CAPULLO
Mucho se ha escrito y dicho del gusano y su metamorfosis a ser una grandiosa mariposa, pero hay un paso que inquieta mi mente. La crisálida. ¿Qué pasa en ese tiempo de transición? Y de repente mi corazón brinco con una imagen de ese gusano ahí en ese pequeño donde lo tiene todo, nada le falta, está cómodo en su transición y de repente mis manos soltaron una pregunta hacia el cielo ¿y si está cómodo, cómodo y tranquilo y no quiere salir? Como crisálida no solo cuenta con todo para sobrevivir dentro de su capullo, si no que es una de las formas más vistosas y sedosas, así que no solo lo tiene todo ahí si no que es hermoso y visible a quien quiera verlo.
Con esto en mente llego a mi los argumentos que puede tener este ser de la naturaleza para no salir, siendo el primero su ya mencionada comodidad. Ella no quiere volver atrás, pero, tampoco quiere salir siendo mariposa, se ha dicho una y otra vez, que pronto saldrá, que esta vez sí, que mañana, pero por algún motivo no sale, está cómodo entre sus dudas y promesas, sabe que si sale sera mariposa pero y si no? Y si se equivocó al meterse en aquella crisálida, mejor se queda en ella, igual no es gusano ya, y no le falta nada.
Este ser de la naturaleza, que ya no es gusano, pero tampoco mariposa, se inquieta de cuando en vez, con una voz en su interior que le habla y desde las afueras de su confortante y traslúcido capullo, le insiste, indicando a su ya nuevo y formado corazón que es hora de salir y volar; pero este ser de la naturaleza no sabe si es cierto no se reconoce, su parte gusano se ha ido y no está seguro de que lo rodea ahora. Insistente la voz le extiende su mano con un suave rayo de luna, la ahora mariposa responde con un acto de fe, rompiendo su crisálida y desplegando la majestuosidad de sus frescas alas, todo es extraño, mágico, flamante, es nuevo, un nuevo nacimiento. Nuevo. Desde un ser que ya había nacido. Ya vuela entre sus palabras y promesas sabiendo que su mano se mueve con ella entre el viento y siempre va estar ahí para ella.
Al pensar en esto, recuerdo las palabras de Jesús al nacer de nuevo. Nacemos también de nuevo al salir de ese capullo.
Evidentemente la naturaleza es más inteligente que nosotros, sabe y reconoce los tiempos de su creador.