
ESCRIBIR COMO ACTO DE ADORACION
Escribir como acto de adoración es una frase que escuché en una entrevista a Francy Rivers, y fue una de las que más impacto me causó. Quería llevarla a cabo, pero no entendía cómo, o no sabía cómo. Pero creo que encontré la forma.
Primeramente, tenía mi lucha interna entre mi don y cómo lograr vivir de él, como todo escritor del mundo sueña. Pues, si estudias medicina, es porque tienes el don y el talento para llevar a cabo tan ardua tarea. Si dibujas, estudias algo relacionado: artes, diseño, ilustración, etc., ¿no? Siempre he creído que uno debe hacer y estudiar lo que le apasiona, lo que va a mover sus fibras, lo que realmente te va a hacer feliz, porque es el don que Dios te dio, es el talento que nos dio y del cual va a pedir cuentas.
Ahora, llevarlo a la práctica no es fácil, y menos si el talento dado no es de fácil remuneración. Porque es lo primero que te enseñan: «Estudia algo que te dé plata, no importa si te gusta o no.» De esa política de vida es de donde hay tanto abogado, médico, petrolero, ingeniero… frustrado. Encerrado en una carrera que le da dinero, pero le resta vida.
Esa ha sido una de mis mayores luchas: qué estudiar, para qué soy buena y cómo llevarlo a un plano natural que remunere.
La búsqueda no ha sido fácil. Entre aprender a conocerme, sanar interiormente, madurar y escuchar a Dios, pasé por tres carreras, dos de ellas cosas que amo y otra que estudié llevada por mi eterna curiosidad de saber cómo funcionan las cosas. Creí que era la respuesta. Este camino me llevó a la fotografía, la psicología y la ingeniería de sistemas, concluyendo solo la fotografía.
Este camino me llevó a la eterna frustración y a la sensación profunda de: “No soy buena para nada.” “Fracaso en todo.” “Soy muy vieja.”

Y en mis pasos hacia mí misma, tomada de Jesús, comencé a comprender mi diseño. Quién era y cómo había sido creada. Comprendí en qué era buena y en qué no tanto y, definitivamente, no como ingeniera. ¡Por favor! Nunca entendí por qué se suman letras y números. ¿Qué brujería es esa? Jajaja.
Las letras y el arte eran lo que realmente movían mi alma; era allí donde encontraba paz y felicidad. Era allí donde mi sensibilidad y conexión se hacían más fuertes. Era allí donde mi diseñador me había puesto.
Siempre había disfrutado dibujar, leer y escribir. ¡Siempre! Disfrutaba de los museos, de las exposiciones de arte, del teatro y la música. Mi alma no se movía con ceros y unos; mi alma era una pincelada al aire. Y mis dedos inquietos querían poner sobre papel las imágenes que se me cruzaban por la mente. Los diálogos de personas que nunca había visto, pero conocía bien. Mi alma quería salir por mis dedos y ser plasmada en una hoja.
No con esto digo que la ingeniería o las artes analíticas no sean especiales.
Lo son a un nivel admirable ante mis ojos. Conviví con matemáticos que podían pasar dos horas frente a un tablero y marcador en mano, moviendo letras y números de un lado para el otro, dibujando y comprendiendo un mundo fantástico.
Entiendo la emoción de un ingeniero cuando un código le sale perfecto a la primera y cuando los errores del programa son fáciles de entender. También entiendo cuando un punto y coma se pone mal y daña toda una expresión. ¡Es el infierno mismo!
Me fascina cómo los contadores sacan un cálculo impresionante de impuestos con solo dos datos contados a medias.
Sin hablar del área de la salud, que siempre me ha dejado sin palabras.
Y podría seguir mostrando cómo cada área es impresionante. Impresionante ante mis ojos, que no entienden cómo lo hacen, pero comprender por qué lo hacen es otro asunto: un asunto interno en cada quien. Y es allí, en el asunto interno, donde me encuentro yo.
Comprendiendo que, si amo lo que escribo y me gustaría vivir de ello, debo comenzar a hacerlo como si ya me pagaran por esto. Que, de hecho, si lo miramos bíblicamente, es así.
El amo les dejó una cantidad de talentos a cada uno de sus siervos con una instrucción: “Multiplíquenlo.” No les dijo nada más; solo lo repartió. No les informó cuándo volvería, qué pasaría después o si les daría algo a cambio de su obediencia. Fue al volver y recibir cuentas que les retribuyó según sus resultados.
Quiero hacerlo como un acto de adoración. Sabiendo, sin lugar a duda, que mi vida depende de ello. Sabiendo que mi Señor siega donde no sembró y recoge donde no esparció.
Quiero ser como esos siervos fieles y obedientes a su amo. No quiero que el miedo siga enterrando más profundo mi talento, lo confiado y entregarlo intacto… sin fruto alguno.
Por eso, este nuevo inicio quiero hacerlo convencida de que dará buen fruto. No sé cuál, no sé cómo y no sé cuándo. Pero quiero tener algo que entregarle a mi Amo, a mi Señor, a mi ISHI.
Quiero confiar en lo que se me ha dado, en lo que se me ha confiado. Quiero creer que, si Él me lo ha dado, es porque cuento con su confianza, con su visto bueno y su amor para hacerlo. Su confianza ha sido tanta en mí que me lo ha dado y se ha ido, creyendo que yo lo haré. Y, a la vez, está a mi lado para todo lo que necesito hacer con ello.
Crear y escribir como un acto de adoración.
Adorar con mis dedos en movimiento, creando lo que Ruach me va dictando como un acto de devoción.
Adorar con mi obediencia hacia el llamado.
Escribir como un acto de adoración.
Mateo 25:14-19 / 24-26
