Un pensamiento

* ¿Qué esperar cuando estás esperando? Parte II -El Sueño Perdido. 

Siguiendo con el título de nuestra película y sus diferentes formas de tomar el embarazo. Fui guiada a tocar quizás la más dolorosa. La espera que se perdió, que parecía un sí, pero resultó ser un no.

Creo que hasta ahora ha sido lo más difícil de escribir, no porque no hubiera tenido noes, sino por lo que me han dolido.

En la película los protagonistas quedan esperando después de una noche loca. Una linda conversación, un par de cervezas, besos y bebe. No lo planearon, pero lo asumieron con amor. Pensando en ello y traspasándolo a nuestras esperas creo que pocas veces un anhelo nos llega de la nada y de la nada comienza a gestar. No es que nos tomemos par de cervezas y nos despertemos al lado de un listado de cosas por hacer para cumplir el plan. ¿Cierto que no?, o ¿si?, quizás sí.

Cualquiera que sea la respuesta ya estamos esperando. De repente hay algo creciendo dentro de nosotros y nos vemos pensando en el nombre del negocio, creando redes sociales, haciendo cursos de supervivencia para emprendedores. Nuevos papás.

Tomando un café con esa persona que nos sonríe mientras saboreamos el mocca con nube de chantilly. Sus chistes nos hacen doler el estómago y pensamos: sí, puede ser. Unos meses después, ya es oficial y sus besos saben a mocca.

Vamos finalizando ese semestre, el primero, o casi el último, ha sido tan luchado y si, también tan deseado. Casi podemos vernos con el título en mano; así vayamos en el primer semestre. Podemos sentir en nuestro tacto las letras en relieve del título otorgado y la sonrisa de orgullo de nuestra familia. La primera de la familia.

Va creciendo y tomando una escena de la película, nos tomamos fotos semana a semana para ver como va creciendo nuestro “bebe”. No lo planeamos, pero ¡wow!, como se ve de grande a sus escasas 8 semanas, 2 años, 6 años. En fin, el tiempo no es más que un factor de mayor dolor en este caso.

Con todos estos planes un día cualquiera en medio de la noche algo no anda bien. Un dolor leve y sangrado… un camino rápido en velocidad, pero lento en tiempo al hospital nos deja devastados. Este sí. Que no lo esperábamos. Ahora es un no.

Ya no hay “bebe”, ya no hay que esperar. De repente no puedes terminar la carrera, no hay recursos. En lugar de un anillo que selle el compromiso hay peleas que terminan en una frase de ruptura y silencio que ahoga el corazón.

Ya no hay negocio, no es que se aplace es que ya no lo hay.

No. Dios ha dicho que NO.

Y no es un no de “por ahora no”. O esperemos un poco más; como en el texto anterior. Esta vez es un rotundo. Un doloroso e implacable No.

Después de la pelea cotidiana con Dios visible o silenciosa. Siempre surgen las mismas preguntas: ¿Por qué no Dios?, ¿Por qué me lo quitaste?, o la que más gusta ¿Por qué lo permitiste?.

Con estas preguntas llegan avalanchas de justificaciones que nos damos a nosotros y a los demás. A nosotros para apaciguar la responsabilidad y a los demás para quedar bien y vernos santos.

Pero poniendo el dedo en la llaga. Este no de Dios, puede ser que realmente, ¿no lo tuvimos en cuenta?, ¿quizás no le preguntamos?, o ¿quizás no nos gustó su respuesta y decidimos: que igual lo haríamos? O lo más común, nos cansamos de esperar y decidimos por nuestra cuenta. También puede ser que nuestras intenciones no eran tan humildes y honorables con ese proyecto. Más tela de donde cortar.

O simplemente es la respuesta a nuestra oración: NO.

Hijo/a no es la persona para ti. No es el negocio. Ni la profesión o llamado con el que cumplirás tu propósito. Este “bebe” no tendrá vida, no contigo, no para ti.

Recojamos el corazón y respiremos…

Ahora no con la intención de comprender a Dios, reconozco su corazón de Padre y puedo decir que siempre, siempre, siempre querrá lo mejor para nosotros. En Él no hay intenciones ocultas. No hay maldad en la negación, sólo sabiduría y amor. Él tiene una visión más amplia de todo lo creado.

Sus no, nos enseñan más que sus sí, es como ese adagio que dice: “se aprende más del fracaso que del éxito”. Así mismo pasa con las muertes repentinas de los sueños y proyectos iniciados.

No puedo decir por qué Dios nos dice que no a peticiones de las que nos enamoramos, aunque sé como mamá, que no todo lo que mis hijos piden les conviene aun cuando ellos crean que sí, que no importa, que todo va a salir bien. Soy yo la que pronuncia el no rotundo y ha resultado bien.

Quisiera darte algo más que una voz de aliento. Sin embargo, te puedo dar la certeza de que Dios no te va a decir que no para su disfrute. Te va a decir que no para tu crecimiento y cuidado.

Una vez el luto de esa pérdida se haya hecho de la forma correcta y aprendieras; a largo plazo visualizaras resultados más generosos y rebosados de lo que tú planeabas.

Para finalizar algo que escuche recientemente y es un extraño refresco: “Algunos de los mayores regalos de Dios son las oraciones no respondidas. Lo mayor que Dios te regalo, es lo que no te respondió”. Como queríamos.

Recuerda: Dios es bueno todo el tiempo, todo el tiempo Dios es bueno.

1 Dante Gebel

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