Un pensamiento

* “EL MIEDO NO ES DE CREYENTES”

Escuchar esta frase fue un golpe a la humanidad. Esa humanidad que Dios mismo nos ha dado.

Es como si sentir algo de miedo fuera un pecado peor que la herejía.

Hoy me detengo a pensar y no puedo creer que los cristianos creamos que no podemos tener miedo.

Me detengo a reflexionar que el miedo es un catalizador de cosas malas como el estancamiento o las guerras. Pero, también puedo ver que el miedo puede llevar a cosas buenas, como saltar de un paracaídas o renunciar y emprender un sueño.

Considero que el tema no está en sentir miedo, el asunto está en que hacemos con ese miedo.

Se vuelve nuestro consejero y lo dejamos tomar nuestras decisiones, o reconocemos que está allí, que hace parte del proceso, y lo tomamos de los hombros, mirándolo a los ojos y le decimos, ok, acá estás gracias por despertarme; sin embargo, te vas de acá, en adelante el camino es mío.

El miedo es una respuesta de nuestra amigable amígdala ubicada en nuestro sistema límbico, quien se encarga de regular las emociones de nuestra vida. Sabiendo que su vida nace de una respuesta de nuestra amiga, la amígdala, debemos saber que tanto paso le damos en nuestro lóbulo temporal.

Es con esta reflexión, donde identificó que quizás no es que no debamos o podamos sentir miedo, sino que hacemos con el miedo.

Lo hacemos nuestro amigo, aliado y consultor de nuestros pasos; o lo buscamos como trampolín para tomar el impulso que necesitamos. Y, contamos al miedo como aliado de lanzamiento, podemos ver que es justamente este sentimiento el que nos pone en alerta cuando algo fuera de lo normal pasa.

No sé si esto es cierto, pero me gusta pensar que cuando Dios dice: “No tengas miedo”, no se refiere a no sentir miedo; sino a no tenerlo como amigo, instalado en nuestra vida.

Se puede referir a que sea un visitante espontáneo que nos muestra algo, que nos conduce a algo. Pero, que este visitante no se tiene que quedar como huésped eterno en nuestra casa.

No cena con nosotros, solo da una alarma, como quien deja un paquete en el comedor y se va.

Ese es el miedo. Un mensajero. Depende de nosotros si lo hacemos miembro importante de la casa o, nada más le recibimos con un balde de agua y se va.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *